26/5/07

De mi Generación o Mi Degeneración.


Películas, Música y Libros, son pilares sobre los que se construye una cultura generacional. Son esos típicos factores de los que siempre se conversa cuando no hay tema contingente. Son los formadores de nuestro tipo de humor. Son los explicadores del porqué de nuestros estilos, de nuestro actuar, de nuestras carcajadas, de nuestros éxtasis, de nuestras necesidades, de nuestros gustos, de nuestras historias, de nuestras posturas, de nuestra moral… en fin, de nosotros.

Es posible considerar todo este bagaje cultural y social, como una especie de determinismo etario. Somos según nuestra edad... y nuestra edad es según somos. Las Películas, Música y Libros que conforman nuestra generación, no son los mismos que los que constituyen las generaciones anteriores, ni tampoco, necesariamente, las venideras.

Claramente estos tres pilares no son comunes a todos los particulares de una generación, pero sí es posible generalizar en algunos aspectos específicos y relacionados con nuestra configuración social.

Siendo una generación cuya génesis está ubicada entre 1988 y 1990, se puede decir que, al ser chilenos, somos “hijos de la democracia” (concepto político populista utilizado para justificar las manifestaciones del año pasado…). Desde pequeños nos configuramos dentro de una sociedad demandante de libertades, demandante de lo que se quería, siendo a la vez satisfechos con lo que pedían. Somos una generación de consentidos. Frente a una autoridad limitada y cercana, tenemos un mayor desplante de nuestras libertades y un más pletórico desarrollo de nuestros deseos. Somos capaces de exigir el respeto de nuestros derechos, y concomitantemente disfrutar de la astucia con que empleamos “nuestros derechos” para justificar lo que se nos da la gana.

Somos además una generación tendiente a romper con la estratificación social, de cierta manera somos burgueses. Todos tienden con gusto al desarrollo de una vida mesocrática, de nuestros sueños y gustos, por sobre lo determinado y lo que nos exige la sociedad. El ser por encima del parecer. Dicotomía grande si agregamos a lo anterior, que básicamente nos desenvolvemos (desde que nacimos) en una sociedad fuertemente consumista y globalitaria, donde los paradigmas mandan y el parecer es más importante que el ser.

Hasta aquí, claramente no describo a la totalidad de nuestra generación. Ambos extremos socio-económicos (alto y bajo) los discrimino (positivamente) frente al mayoritario conjunto de clase media. Esa clase media ascendente, cuyo vehículo de ascenso es una verdadera micro transantiago: Está ahí, se le invierte mucho capital, tiene infraestructura de sobra… pero el servicio que entrega es de pésima calidad: Me refiero a la Educación.

Somos la generación del Mc´Donalds, de la Coca-Cola, de los MP3, del bajar música gratutita, de MSN, de los celulares con cámara, de las marchas estudiantiles, del transantiago, de los “carretes”, del miedo a los flaites, de los blog y los fotolog… Pero Benedetti nos propone un problema para nuestra conformación generacional:

Una generación sin utopías será siempre una generación atascada (aunque tenga la obsesión de la velocidad) e inmóvil (aunque se agite sin cesar).

¿Tenemos esas utopías? Yo considero que sí. Utopías de mejorar “todo esto”, de eliminar esas brechas con que nos topamos al nacer, de volver “todo esto” más justo, de ser más meritocráticos, de dar a conocer nuestra postura generacional, romper los esquemas e imponer nuestras ideas. Sí, imponerlas, para que “todo esto” funcione mejor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un hombre inteligente, amante de la realidad, escribió que no debíamos plantar nuestros amores esenciales en jardines que hubiesen visto marchitar tantas primaveras.
La utopía es un jardín de piedras en que yacen, bajo la lápida “tuve derecho a soñar”, muchos amores por el gran cambio, ese tipo de amor que alienta una espera que imposibilita el actuar.
Vana actitud es esperar la concreción de una utopía –que siempre necesita ser ella misma, es decir, utópica-, pues antes se manifestará el Señor en toda su Gloria, tal como lo expresa su oráculo, y ya no habrá más esperas.
Pero si insisten en dar el paso alegre y trivial en el camino utópico, recordad que la máquina moledora de carne tiene sus engranajes bien aceitados por la grasa de quienes les precedieron.

El Cheloveco dijo...

Toda "Utopía" necesita de sujetos que indiquen "miren esos son los que quieren lograr lo imposible". Sin ellos una Utopía no es tal, y pasa a convertirse en algo "difícil" simplemente. Es bueno plantearse metas cada vez más sublimes y estratosféricas, mejor aún si son inalcanzables o "Utópicas", puesto que mientras recorres el camino para obtenerla, vas logrando objetivos que, si bien no te propusiste, son mucho más de lo que podrías haber logrado al proponértelos.
Grandes metas, gordos sueños. Mejor aún si sabes que no los vas a lograr cumplir... ¿Qué pasaría si lo consigues?
Nada se pierde con intentar, sólo pierdes la postura de estar con los brazos cruzados.

"Una generación sin utopías será siempre una generación atascada (aunque tenga la obsesión de la velocidad) e inmóvil (aunque se agite sin cesar)".


Post Scriptum: Detesto (con todo mi ser) los comentarios anónimos. ;)

Anónimo dijo...

Lo difícil es más fácil de conseguir que lo imposible, por ejemplo: cambiar la constitución es difícil, pero para nada imposible. Las oportunidades de hacerlo están en nuestro camino.
Es demasiado común confundir “utopía” con “ideal”, pero al igual que el caso anterior aquí también puedo decir “quiero ser mejor persona” (un ideal) y lo puedo lograr, pero decir “voy a crear una sociedad donde no se discrimine” (una utopía) es imposible como lo reconoces en un escrito anterior.
Tu deseo de defender tu escrito esencial te impide ver los errores de tus argumentos: toda meta es concreta y si mientras caminas en pos de lo sublime obtienes frutos que no esperabas, esto se debe a que nunca analizaste bien el problema. Una persona en su sano juicio se pone metas para alcanzarlas, porque normalmente estas tienen relación con lo cotidiano. El hombre de grandes ideales –tus sueños gordos- puede disfrutar de ellos si cumple con sus tareas diarias (metas); y si logras cumplir con el más gordo de tus sueños, entonces nunca fue un imposible… no era utópico.
No sé de quién es la cita, pero te sugiero decirlo de esta manera:”Una generación sin ideales es naturaleza muerta”. (es mía, pero como soy anónimo la comparto contigo, pues juro que si llego a conocerte no declararé mi autoría).
Una generación se mide por sus logros (metas), pero como parte de las generaciones puede mantener una utopía para medirse cuan lejos está del supuesto final del camino. Es difícil mantenerse en la correcta posición bípeda todos los días.

Finalmente, para tu post scriptum, un comentario anónimo tiene tanto valor como uno de autor conocido si la finalidad responde a tu invitación a la crítica, que fue la razón principal por la que un amigo me recomendó leer tu blog. Pero tu respuesta ofendida me hace ver que es mejor buscar otras páginas con “sueños gordos” para alentar fines altruistas. Adiós.

CML