28/3/08

Odiar Amar.


El amor es como un icor expulsado por la úlcera de lo humano. Más bien, es el estado en el que las personas pierden su voluntad y se sienten felices con ello. El amor es la revolución que logró controlar las libertades de las personas y las voluntades para utilizarlas. El amor no coerciona, sino que convence.
Sin amor no habría poesía ¿Cómo entender las emociones y sentimientos sino comparándolos o contrastándolos con el amor? Para el literato el amor es como una novela, para el músico el amor es como una canción, para el campesino el amor es como la cosecha, para el astrónomo es como los astros.
El amor nos enamora y nos hace amar ¿Hay que amar al amor?, ¿El amor nos ama?
Espero el invierno para que apague lo amoroso. A algunos les gusta elogiar la estulticia, a otros nos apasionan otras cosas. No me apasiona el amor, sí otras cosas. Detesto al amor cuando mata mi pasión. Me enamoro, pero es algo que odio. Odio amar, pero amo, y no amo odiar, porque amo.

Because I fall, I fall in false.
Why I fall in love easily?
When she watches me, I crash in bores.
When I think her, my search is frantic.

I fall in love for all:
In all the places that have green,
For all the things, like a fireball
That no obtains clean the sins.

Why I fall in love easily?
Maybe I have a blue innocence
Or raw loneliness, exactly
Like the sorcery’s witch in my essence.

Wing to wing, Leaf to leaf.
Only the man who has fall in black
Is able to understand me, even if
Her whiter fairy decides to back.

There’s a place in the moon
Similar to the heart of the Devil:
With an infinite
“Boom, Boom, Boom!”
Expelling like ichor the placebo.

Al final, la poesía sin amor nada dice. La vida sin poesía es muy ruda. Pero el amor no existe, sólo existen placebos que se le asemejan.












15/3/08

Cámara Lenta.


Conversando con un amigo, me hizo la simple pregunta cortés: ¿Cómo estás? No podía responder lo típico, pues no estaba “típicamente”, sino que todo lo contrario. No me sentía ni bien ni mal, sino todo lo contrario. Distinto. Entre tantos nuevos lazos y tan pocos distanciamientos, todo se vuelve distinto, al borde de la irrealidad más vertiginosa. La realidad se volvía increíble y a la vez inexorable, al intentar responder la simple pregunta.
Entre fantasmas y poesía, entre campos de muertos y teorías, hipótesis patéticas y sórdidas ideas, entre humillaciones inspiradoras y “no tomo nunca más”, entre incoherencias y experiencias, entre vagabundaje y limosna, entre Recoleta y Providencia, entre leyes y normas, todo se vuelve distinto, irreal, increíble, novedoso.
Todo es nuevo. Antes de empezar me sentía atado a un tren que representaba el tiempo, cuyo andar era inexorable y veloz, y su destino era el cambio. No quería desatarme de ese tren, pues asumido tenía su andar.
Desilusiones y preguntas sin resolver en Sodoma y Gomorra, donde el pasado se innovaba con todas sus piezas (a pesar de que una importante hacía falta) unidas y adheridas más que nunca a la realidad, realidad que nadie quería afrontar, pero que todos querían vivir. Quien vive más de una vida, muere más de una muerte. Vivimos muchas vidas, ahora esperamos varias muertes, simultáneas e indescifrables.
No siempre dices lo que quieres decir, ni lo que dices es entendido como lo quieres decir, ni lo que quieres lo dices, ni lo que necesitas lo confiesas, ni lo que piensas lo dices, ni lo que dices es lo que piensas. No paramos de evitar la comunicación, con un fin interno y un poco absurdo que es el de seguir evitando la comunicación.
Nadie quiere y nadie puede evitar completamente, porque lo que realmente queremos queda almacenado en nuestros sueños, como los sedimentos en un delta.
Los sueños me han dado muchas respuestas, tal vez que organizan todos lo elementos que tengo para utilizar y, ordenándolos de la manera correcta, logran codificarme la respuesta más adecuada para mi conducta humana. Al final, soy yo el que elige, extrañar a los extraños.
“Cada hombre mata lo que ama”. Al no lograr matarlo, se adhiere como una rémora a mis axilas y no me permite que la abandone: Tan así, que lamentablemente descubrí que los aromas producen soñar con los recuerdos asociados a esos determinados aromas. Los olores inducen sueños y pensamientos. El último sueño del ciclo determina tu actitud frente al día. Gritos o aromas han determinado mis días.
En fin, ¿Cómo diablos inserto ese mare mágnum de emociones en una respuesta a una pregunta tan simple?
Me puse a pensar en Cámara Lenta, como se debe hacer con todo, incluso con el cariño (por no decir amor): Cámara Lenta.
En Cámara Lenta imaginé todo, en una fracción de segundo. Elucubré situaciones que nunca ocurrieron, y rellené historias que no viví completas.

Respondí: “Con muchas experiencias… que trató de organizar cada noche… que derivan en sueño ¡que preferiría no tener!”.

4/3/08

Todos Queremos Correr el Riesgo.



Había una noche extraña y silenciosa escondida en el bosque. Estar ahí era como no estar en ninguna parte. Lo único que se movía entonces era un pequeño conejo, que corría como escapando del bosque, pero corría a ratos lento y a ratos rápido, como si no creyera que estaba escapando de aquel lugar. Comenzó a llover. Llovía, y el conejo sin refugio. No tenía refugio, pero estaba escapando, lograba irse de aquel lugar, lo estaba haciendo. Nada le importaba más que su Libertad: No depender del cobijo de una cueva, ni de las sabrosas hierbas del bosque, ni del abrigo de su familia. Iba a conocer la pasión de la aventura, la verdadera Libertad. Llovía, y el conejo sin refugio. Un rayo partió un árbol, muy cerca del conejo. El conejo corría, corría, corría, hasta que sin darse cuenta cayó en un charco grande de barro. No podía escapar, aunque lo intentaba impulsándose en sus patas traseras. Comenzó a chillar, movía sus patas delanteras como si se diera cuenta de que perdía algo que tenía prácticamente ganado. El conejo se estaba asfixiando con el barro. Otro rayo partió otro árbol muy cerca de allí. El conejo no resistía el frío, ni el agua, y menos el barro en su garganta, pero algo lo hacía seguir viviendo: Sus anhelos de Libertad. Un tercer rayo partió un tercer árbol, árbol que cayó para terminar con la agonía del conejo, azotándole la cabeza y sacándole de sus entrañas un último estertor.