4/3/08

Todos Queremos Correr el Riesgo.



Había una noche extraña y silenciosa escondida en el bosque. Estar ahí era como no estar en ninguna parte. Lo único que se movía entonces era un pequeño conejo, que corría como escapando del bosque, pero corría a ratos lento y a ratos rápido, como si no creyera que estaba escapando de aquel lugar. Comenzó a llover. Llovía, y el conejo sin refugio. No tenía refugio, pero estaba escapando, lograba irse de aquel lugar, lo estaba haciendo. Nada le importaba más que su Libertad: No depender del cobijo de una cueva, ni de las sabrosas hierbas del bosque, ni del abrigo de su familia. Iba a conocer la pasión de la aventura, la verdadera Libertad. Llovía, y el conejo sin refugio. Un rayo partió un árbol, muy cerca del conejo. El conejo corría, corría, corría, hasta que sin darse cuenta cayó en un charco grande de barro. No podía escapar, aunque lo intentaba impulsándose en sus patas traseras. Comenzó a chillar, movía sus patas delanteras como si se diera cuenta de que perdía algo que tenía prácticamente ganado. El conejo se estaba asfixiando con el barro. Otro rayo partió otro árbol muy cerca de allí. El conejo no resistía el frío, ni el agua, y menos el barro en su garganta, pero algo lo hacía seguir viviendo: Sus anhelos de Libertad. Un tercer rayo partió un tercer árbol, árbol que cayó para terminar con la agonía del conejo, azotándole la cabeza y sacándole de sus entrañas un último estertor.

3 comentarios:

El Cheloveco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Cheloveco dijo...

Primer párrafo de mi primer cuento (10 páginas). Señor lector: Si le gustó el adelanto, puede solicitar la versión completa a mi dirección de correo electrónico más conocido como "E-mail":

nicolasried@hotmail.com

Los diez correos más graciosos obtendrán su ejemplar gratuitamente, en cambio los demás... bueno, los demás también.

El Cheloveco dice: Hasta luego, mi querido lector.

Anónimo dijo...

Basura! jajajaja

Aesma