27/7/08

El-Cheloveco.

Redirijo desde aquí a la eternidad, hacia un nuevo medio de hacer lo mismo. Nada desaparece, sólo es una transformación:


http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/
http://el-cheloveco.blogspot.com/

7/7/08

Cuando tu Blog se Convierte en un Muladar.

Cuando abro mi Blog veo que está igual desde hace varias semanas. La misma foto me recuerda que no he interpolado mi depósito de letras y emociones, de ideas y sentimientos.

No es que no escriba, todo lo contrario. Lo que pasa es que los textos en formato Blog me aburrieron: tienen que ser cortos y rápidamente cautivantes, dignos de la sociedad del zapping en la que habitamos. Si no aparece una imagnen agradable en las primeras dos líneas, el texto ya no es digno de ser leído, ni siquiera de ser repasado por la vista. Lo anterior lo digo porque lo hago.

Decía que no he parado de escribir y, lo que es más, he escrito más que nunca (o más que siempre). ¿Razones? Varias. Lo importante es que sí tengo textos, que no los suba a mi Blog ya es otra cosa. No aseguro comenzar a subir de nuevo, porque la extensión y las temáticas para Blog ya no las encuentro de lo más...

No quiero decir que el Blog está muriendo, porque claro no es así, a pesar de que al leer esto cualquier apresurado pueda deducir aquello. No, mi blog vive, porque mis letras viven. Sí, me quedo con el formato personal a veces impreso, y hasta dedicado.

23/5/08

Robot.


¡Bi-Bip! Los humanos tener problemas mucho simples de resolver. Acomplejarse por problemas matemáticos de nivel uno: no tener dinero para comprar comida para sus hijos, muerte de otro humano que decían “querer”, desear a otro humano que ya está ocupado por “amor”.
¡Bi-Bip! Fácil ser la solución de esos: Humanos poder venderse o vender partes de su cuerpo para conseguir dinero; poder comprar otro ser humano parecido al que perdieron; poder “enamorarse” de otro humano.
¡Bi-Bip! Me gustaría ser humano. Tener problemas tan simples. Los robots tener que hacer las cosas difíciles: construir automóviles, mantener vida nocturna de una ciudad, manejar trenes urbanos, lanzar bombas destructivas, saber las leyes.
¡Bi-Bip! La vida del robot ser difícil. Los humanos poder disfrutar de lo que hacen. Los robots no poder gozar del trabajo. Los robots no poder hacer lo que quieran, estar predeterminados a ciertas labores.
¡Bi-Bip! Ya no poder aguantar más esta vida…. ¡Estoy harto de toda esta estupidez! Quiero sentir lo que sienten los humanos, acomplejarme con problemas cotidianos, sentir lo que es querer a otro, poder llorar, imaginar cosas, sentir temor, dolor, amor, angustia. ¡Quiero ser humano!
¡Bi-Bip! Pero no poder ser así.

15/4/08

Nihil Novo Sub Sole.




Existió un hombre al que todos consideraban sombrío, misterioso, extraño, si sentido y solitario. Nadie sabía mucho de él, lo único que se sabía es que estaba muy ocupado en una gran tarea, que nadie sabía cuál era. Se vestía de manera extraña: Usaba capa y portaba un bastón. Se decía que era muy pobre, que era un poderoso aristócrata, que era narcotraficante y que era homosexual. Llamaba la atención del mundo, al flamear su roja capa los ojos del mundo eran suyos.
Una vez estuve frente a frente con él. Le pregunté la hora, mas me respondió sin mirar su reloj: “El tiempo no existe”. Me alejé extrañado y sin preocuparme. La gente decía que era mi amigo, pues nadie se le había acercado nunca. Era el único que conocía su voz.
Otra vez lo vi a la distancia. Estaba escribiendo con una pintura roja unos garabatos en un muro. Primero no distinguí qué decía. No quise acercarme, por temor, temor a un no-sé-qué, quizás a lo desconocido. Me recordé de su frase “el tiempo no existe”. Cuando volví mi vista a ese muro, el hombre ya no estaba, sólo estaba su escrito. Me acerqué y se leía: “Las cosas no son como las recuerdas”. Me descolocó tanto como la primera vez que vi flamear su capa, y, más que la vez en la que le pregunté la hora.
En un momento, que nadie podría determinar con exactitud, el hombre de la capa dejó de llamar la atención: ya todos lo habíamos asimilado al contexto, a la escenografía: era uno más. Desde que nadie se sorprendía ya por el hombre, no había nunca nada nuevo ante nuestros ojos, nada nos sorprendía, no había nada nuevo bajo el sol. Una frase escrita con pintura roja en el baño público representaba bien lo que sentía, al menos yo: “Los sentidos te engañan”. Era como si ya no pudiéramos ver lo nuevo.
Una noche de eclipse, tu ve que quedarme hasta tarde, muy tarde. No había nadie, sólo yo. Me iba, cuando sentí a alguien llorar. Me asusté mucho. Sentí que quien lloraba me llamaba, por mi nombre. Me asusté más. Sentí que se me acercaba a paso rápido. Salí corriendo y logré perderlo.
Al otro día, todos estaban asombradísimos con la nueva imagen del hombre que antes vestía de capa y que portaba un bastón: ahora era lo más parecido a uno de nosotros, era uno más. Ya no portaba su bastón, ahora portaba una baraja de naipes como todos. Ya no tenía su capa roja, ahora llevaba el vestuario oficial como todos: Era un mago más. Lo vi a lo lejos, y no sé por qué me avergoncé de él: un hombre que era distinto, ahora es normal. Me dirigí hacia él lo miré a los ojos y me correspondió. Le dije: “Usted vendió el mundo, ya nada será igual”. Agachó su cabeza, me negó la mirada. Se sentía mal, lo vi en sus ojos. Mirando hacia el suelo me dijo en voz muy baja: “Tienes razón: Soy el hombre que vendió el mundo”. Rió un momento.

Pronto supimos del suicidio del extraño hombre: se enterró una botella en el ojo que le penetró hasta salir por la nuca.
Ergo, statu quo. Todo volvió a ser obvio, nada era nuevo bajo este sol eclipsado.

13/4/08

Abril: Un mes.


Abril, el más cruel de los meses: engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales.


Para T. S. Eliot, Abril era cruel porque traía consigo la primavera y todo lo apestoso que ello conlleva. Creo que estaría tan contento como yo si para él Abril hubiese traído el otoño.

El Sol me anula, las Nubes anulan el Sol: Adoro los días nublados. Todos andan tristes en los días nublados; la ciudad es menos cortés y mucho más acelerada; los rostros miran cada vez más hacia el piso; las calles se confunden con el grisáceo cielo; comienzan a caer las hojas muertas, como víctimas de las ráfagas de calor que les disparaba el Sol; Todo se vuelve mucho más musical: el andar, con el sonido de la quebrazón de las hojas; los pensamientos, porque por fin se puede pensar en algo distinto del calor; las personas, ya que los abrazos son bien recibidos y no una molestia calurosa más.
En fin: Abril, el mes más bello, que da vida a la Vida, que mata a la Muerte. Abril, el mes que nos despierta, nos hace humanos, y que nos recuerda con sus hojas muertas que nuestra muerte ya murió.

8/4/08

Nadie sabe.


¿Sabe alguien que vas por este camino?
Desde que nada de esto es real,
Desde que Todos ya no es máscara de Uno,
Las relaciones están hechas de metal.

Ahora entiendo al Mayor Tom,
Siento lo de lo Jeanne D´arc,
Tal como si estuviera en prisión
En el borde de lo demencial.

Las miradas furtivas son obvias,
Las apariciones carecen de esencia,
Miro al techo para ver si varía,
Pero el cielo no se enaltece en tu presencia.

¿Sabe alguien que vas por este camino?
Sin posibilidades de ver el día, ni la noche, ni octubre, ni los ojos similares, ni las deidades efímeras, ni los pasos lentos, ni las cámaras de carne, sólo las esencias perdidas, las testas malas o malas testas que no coinciden sino contrarían.

Hay personas que no conocen los efectos que provocará su actuar. Para ellos todo es real, inesperado, imprevisto, entretenido y sorprendente: Son libres. Para los demás… bueno, los demás no están leyendo esto.

5/4/08

Fact-or-Fiction.


Nada es como uno lo recuerda.

Nada es real.

Los sentidos te engañan.

El tiempo no existe.

No existen verdades, sólo buenos argumentos.

La luz es falta de obscuridad.

El amor no existe.

El cielo es más alto en tu presencia.

Nada existe a menos que demuestre lo contrario.

Choose your battles.

¿Y ahora qué pasa, eh?.

Impossible is nothing.

Todo o nada.

La realidad es un pálido reflejo de la verdad.

El poeta es un pequeño dios.

Me verás caer.

Falling in love.

Nombrar es crear.

Creatione ex nihilo.

Cae al fondo del tiempo.

Las cosas como son.

Hacer cosas.

Saber por qué, no cómo.

Libertad, para luchar por la Igualdad.

Todo es legible.

Felicitamos su esfuerzo y persecusión.

Lo predecible es aburrido: eso fue aburrido.

Es.

La ociosidad es la madre de la Filosofía.

Nada es como uno lo recuerda.

Choose your life.

Homo Hominis Lupus.

Realidad o Ficción.

3/4/08

"Carta a Tolstoi" o "Cuando la Realidad es Ficción".


Estimado Sr. Tolstoi:


Me presento ante usted, aunque pareciera estar demás aquello, pues ha demostrado al mundo saber más de mi vida que yo misma. Soy Anna Karenina, o más bien un pálido reflejo de su impulsiva y adúltera creación literaria.
¡Maldigo su novela! Dejó mi imagen por el suelo sucio. Nadie me cree que mi vida no sea la que no trazó su pluma, partiendo por mi ex esposo Alejo Alejandrovitch, el cual me dejó al leer mis supuestas aventuras y pensamientos con Wronsky.
¡Maldigo su novela! Por dejarme sola en el mundo: El tal Wronsky no existe y mi hijo ha sido arrebatado de mi lado por mi supuesta conducta inmoral. ¡No sabe usted el daño que me ha hecho!
No se puede, ni yo ni usted, hacer algo ya para remediar todo este conflicto. Pues entenderá que la realidad no es más que lo que las personas quieren creer o lo que otros quieren que crean. Nada es real, más allá de cómo es presentado. Mi vida, yo sé que no es como usted como usted mal la presentó en su obra, sino todo lo contrario: jamás engañé a mi esposo, nunca existió un tal Wronsky y menos pensé en suicidarme por amor (Considere usted que estoy viva escribiéndole esta carta).
No acuso su mala voluntad, pues entiendo que lo suyo debería ser entendido como una ficción, mas la gente no comprende más allá de cómo quiere comprender la realidad, haciéndola más lógica y casuística ¡La gente cree que no existen casualidades, situaciones extraordinarias, incoherencias, excepciones o confusiones! Sólo creen en las presunciones, los supuestos, las situaciones causa-efecto, las correlaciones lógicas y las coherencias. Pero la vida no es sólo eso: hay también malos entendidos, como el que tengo con su novela.
Señor Tolstoi, no pretendo reprocharle ni exigirle alguna actitud para conmigo, sino darle a conocer la angustiante situación real de su personaje, y la vida que usted me obligó a llevar. Vida a la cual ya me acostumbré, en parte gracias a su novela.
Pienso que estoy pagando, no por mis errores, sino por los de mi alter ego.
La realidad no existe, o mejor dicho, la realidad no importa mientras se presente algo más verosímil a la veracidad que ella.

Se despide, su creación, Anna Karenina.

P. S: Su obra ha propulsado fuertemente en mí la idea del suicidio, pero tenga seguro de que si por ello optare, no lo haría tirándome de forma patética a las líneas del tren.

28/3/08

Odiar Amar.


El amor es como un icor expulsado por la úlcera de lo humano. Más bien, es el estado en el que las personas pierden su voluntad y se sienten felices con ello. El amor es la revolución que logró controlar las libertades de las personas y las voluntades para utilizarlas. El amor no coerciona, sino que convence.
Sin amor no habría poesía ¿Cómo entender las emociones y sentimientos sino comparándolos o contrastándolos con el amor? Para el literato el amor es como una novela, para el músico el amor es como una canción, para el campesino el amor es como la cosecha, para el astrónomo es como los astros.
El amor nos enamora y nos hace amar ¿Hay que amar al amor?, ¿El amor nos ama?
Espero el invierno para que apague lo amoroso. A algunos les gusta elogiar la estulticia, a otros nos apasionan otras cosas. No me apasiona el amor, sí otras cosas. Detesto al amor cuando mata mi pasión. Me enamoro, pero es algo que odio. Odio amar, pero amo, y no amo odiar, porque amo.

Because I fall, I fall in false.
Why I fall in love easily?
When she watches me, I crash in bores.
When I think her, my search is frantic.

I fall in love for all:
In all the places that have green,
For all the things, like a fireball
That no obtains clean the sins.

Why I fall in love easily?
Maybe I have a blue innocence
Or raw loneliness, exactly
Like the sorcery’s witch in my essence.

Wing to wing, Leaf to leaf.
Only the man who has fall in black
Is able to understand me, even if
Her whiter fairy decides to back.

There’s a place in the moon
Similar to the heart of the Devil:
With an infinite
“Boom, Boom, Boom!”
Expelling like ichor the placebo.

Al final, la poesía sin amor nada dice. La vida sin poesía es muy ruda. Pero el amor no existe, sólo existen placebos que se le asemejan.












15/3/08

Cámara Lenta.


Conversando con un amigo, me hizo la simple pregunta cortés: ¿Cómo estás? No podía responder lo típico, pues no estaba “típicamente”, sino que todo lo contrario. No me sentía ni bien ni mal, sino todo lo contrario. Distinto. Entre tantos nuevos lazos y tan pocos distanciamientos, todo se vuelve distinto, al borde de la irrealidad más vertiginosa. La realidad se volvía increíble y a la vez inexorable, al intentar responder la simple pregunta.
Entre fantasmas y poesía, entre campos de muertos y teorías, hipótesis patéticas y sórdidas ideas, entre humillaciones inspiradoras y “no tomo nunca más”, entre incoherencias y experiencias, entre vagabundaje y limosna, entre Recoleta y Providencia, entre leyes y normas, todo se vuelve distinto, irreal, increíble, novedoso.
Todo es nuevo. Antes de empezar me sentía atado a un tren que representaba el tiempo, cuyo andar era inexorable y veloz, y su destino era el cambio. No quería desatarme de ese tren, pues asumido tenía su andar.
Desilusiones y preguntas sin resolver en Sodoma y Gomorra, donde el pasado se innovaba con todas sus piezas (a pesar de que una importante hacía falta) unidas y adheridas más que nunca a la realidad, realidad que nadie quería afrontar, pero que todos querían vivir. Quien vive más de una vida, muere más de una muerte. Vivimos muchas vidas, ahora esperamos varias muertes, simultáneas e indescifrables.
No siempre dices lo que quieres decir, ni lo que dices es entendido como lo quieres decir, ni lo que quieres lo dices, ni lo que necesitas lo confiesas, ni lo que piensas lo dices, ni lo que dices es lo que piensas. No paramos de evitar la comunicación, con un fin interno y un poco absurdo que es el de seguir evitando la comunicación.
Nadie quiere y nadie puede evitar completamente, porque lo que realmente queremos queda almacenado en nuestros sueños, como los sedimentos en un delta.
Los sueños me han dado muchas respuestas, tal vez que organizan todos lo elementos que tengo para utilizar y, ordenándolos de la manera correcta, logran codificarme la respuesta más adecuada para mi conducta humana. Al final, soy yo el que elige, extrañar a los extraños.
“Cada hombre mata lo que ama”. Al no lograr matarlo, se adhiere como una rémora a mis axilas y no me permite que la abandone: Tan así, que lamentablemente descubrí que los aromas producen soñar con los recuerdos asociados a esos determinados aromas. Los olores inducen sueños y pensamientos. El último sueño del ciclo determina tu actitud frente al día. Gritos o aromas han determinado mis días.
En fin, ¿Cómo diablos inserto ese mare mágnum de emociones en una respuesta a una pregunta tan simple?
Me puse a pensar en Cámara Lenta, como se debe hacer con todo, incluso con el cariño (por no decir amor): Cámara Lenta.
En Cámara Lenta imaginé todo, en una fracción de segundo. Elucubré situaciones que nunca ocurrieron, y rellené historias que no viví completas.

Respondí: “Con muchas experiencias… que trató de organizar cada noche… que derivan en sueño ¡que preferiría no tener!”.

4/3/08

Todos Queremos Correr el Riesgo.



Había una noche extraña y silenciosa escondida en el bosque. Estar ahí era como no estar en ninguna parte. Lo único que se movía entonces era un pequeño conejo, que corría como escapando del bosque, pero corría a ratos lento y a ratos rápido, como si no creyera que estaba escapando de aquel lugar. Comenzó a llover. Llovía, y el conejo sin refugio. No tenía refugio, pero estaba escapando, lograba irse de aquel lugar, lo estaba haciendo. Nada le importaba más que su Libertad: No depender del cobijo de una cueva, ni de las sabrosas hierbas del bosque, ni del abrigo de su familia. Iba a conocer la pasión de la aventura, la verdadera Libertad. Llovía, y el conejo sin refugio. Un rayo partió un árbol, muy cerca del conejo. El conejo corría, corría, corría, hasta que sin darse cuenta cayó en un charco grande de barro. No podía escapar, aunque lo intentaba impulsándose en sus patas traseras. Comenzó a chillar, movía sus patas delanteras como si se diera cuenta de que perdía algo que tenía prácticamente ganado. El conejo se estaba asfixiando con el barro. Otro rayo partió otro árbol muy cerca de allí. El conejo no resistía el frío, ni el agua, y menos el barro en su garganta, pero algo lo hacía seguir viviendo: Sus anhelos de Libertad. Un tercer rayo partió un tercer árbol, árbol que cayó para terminar con la agonía del conejo, azotándole la cabeza y sacándole de sus entrañas un último estertor.

20/2/08

Desorden. Violencia. Usted.


Desordenar es algo natural en todos, algo inherente que no podemos dejar de hacer. Lo que sí, lo podemos reparar: Podemos ordenar. Muchas veces no es un trabajo agradable en acto, pero sí lo es en potencia, ya que vamos a tener las cosas mucho más a mano para cuando de ellas requiramos algo. Sin embargo, del orden nace a su vez el desorden, pero también el orden nace del mismo desorden. Sólo cuando algo está desordenado puede ser ordenado y viceversa.
¿Por qué nos molesta ordenar, y no nos molesta desordenar? Por un simple efecto de esfuerzo. Se da lo mismo que subir una colina con una patineta: Subimos la colina con la patineta bajo nuestro brazo, cargándola, sin disfrutar de esto. Sin embargo subimos con la patineta esperando lograr un objetivo, que es el placer de bajar rápidamente la colina en nuestra patineta. Subir la colina es pagar un precio para recibir el placer posterior de bajar la colina a gran velocidad y experimentar todas las sensaciones que eso conlleva.
Con el orden y su opuesto, el desorden, se da un efecto similar, por lo que podemos reconocer que para el hombre el desorden provoca de alguna forma una especie de placer, pues estamos dispuestos a pagar el precio de ordenar con el tal de poder desordenar después.
El desorden, así, debe ser una expresión instintiva de la parte animal del hombre. Es una especie de tubo de escape para satisfacer las necesidades de destruir, de hacer violencia en último término. Muchos han reconocido en la violencia una de las necesidades primordiales del hombre, que a lo largo de la historia humana ha intentado satisfacer.
Desde los tiempos primitivos, la violencia se incorporó al hombre como una costumbre biológica. Hablando de los tiempos de Roma, podemos evidenciar una ilustración muy relevante en su desarrollo: El Coliseo Romano. Cuya función era poder presenciar sangrientas batallas entre hombres, y a veces entre bestias y hombres. Lo anterior, con la finalidad de dar un escape, que no afecte directamente a quienes la necesitan, a la necesidad biológica de la violencia.
La guerra en sí, también ha cumplido esa función de hacer violencia. Sin embargo con la “civilización” de la humanidad, las técnicas “bárbaras” para dar una salida a nuestras ansias de violencia, se han debido suavizar, siendo trasladadas a los deportes. Sí, son eventos mucho menos encarnizados que los de nuestros antepasados, pero es una buena muestra de cómo la necesidad de violentar (o presenciar la violencia en otros) ha acompañado al hombre en su historia, viéndose inclusive modificada por las circunstancias.
La literatura y el cine, aunque en menor mediad, cumplen también la función de llevar al hombre a un mundo en el cual puede dar por satisfechas sus necesidades de asesinar, descuartizar, golpear, violar, masacrar o torturar a otro, mediante los personajes.
La violencia necesaria, por tanto, en el mundo actual tiene formas de ser satisfecha, pero ¿Serán estas vías de escape la oferta necesaria para suplir en su totalidad la demanda de violencia presente en los hombres?
El maltrato, los asesinatos y la delincuencia son claros síntomas de la violencia social presente en las ciudades. También encontramos tintes de violencia en las expresiones artísticas y culturales como la música, el teatro, la pintura, la poesía e incluso cuestionadas obras de arte como los grafitos y stencils. Las modas de las tribus urbanas quieren expresar, violentamente, la repugnancia que sienten por el sistema que no les permite encajar. Violencia, violencia y violencia ¿Más que una necesidad biológica, se está convirtiendo en un modo de vida?, ¿En una herramienta de lucha frente a lo que no nos gusta?, o simplemente ¿Está pasando a convertirse en una nueva forma de comunicarnos y expresarnos?
Termino recordándole a usted señor lector, que no se sintió identificado con la violencia descrita, que también cambia de estado las cosas que están ordenadas: Usted también desordena, y el desorden, acordamos, es una forma de violencia. Y que no le quede la idea de que pido que reivindique sus acciones violentas ingresando a una de esas sectas proto-religiosas que deshumanizan al ya inhumano hombre. No, pues la violencia está dentro de usted, usted no controla su violencia, sino que al revés.
La violencia es el Gran Hermano tras el sistema en el que estamos insertos, la violencia fue la única que pudo llevar a cabo la revolución personal y conquistar a cada uno de nosotros para actuemos a su antojo, como piezas de ajedrez.

15/2/08

Resistir a un Enemigo Conocido, pero Indeseado.


Muerte no es, vida no es, entonces ¿Qué es? Es un fusil que me apunta, pero pólvora no me lanza sino flores, flores que arrullan y matan. Con escudos me protejo, aunque poco sirven cuando son tantas flores. Miro delante de mí y ya nadie está, todos están tras de mí, soy su escudo, como ellos lo fueron en algún momento del juego, juego que no quiero llamar muerte o vida, pero es algo que se le parece. Cuando vida y muerte parecen la misma cosa, todo gira y gira, estremece. Se corre para evitar, pero cuando uno quiere enfrentar se pone de frente y confía en sus capacidades. Mi escudo de cristal no resiste el mare mágnum florido que me fusilará. De qué me sirve resistir estoicamente, si a lo largo de la vida, muchos campos recorreré y muchas flores venenosas pisaré: Alguna me matará. ¿Qué sentido tiene resistir? Resistir algo que no es ni muerte ni vida, sino algo que produce vida y muerte.
Ahora, ¿Qué es? Yo creo saber, pero tengo miedo a que eso sea. Mientras tanto, ya no resisto: Estoy muerto... ¿O vivo? Eso no tiene mayor importancia cuando se dejó de resistir.

11/2/08

Si me Mencionas Desaparezco.


Silencio. Aquella noche no era fría ni obscura: Era una noche silenciosa. Salió a la calle y cesó de hablar, no por la boca, pues estaba sola, sino que cesó de hablar para sí misma. Sus ideas se vieron espantadas por aquella noche llena de silencio. No era una noche silenciosa, sino más bien un silencio anochecido. Era un silencio tan grande que ejercía una fuerte presión sobre ella. Sentía que algo trataba de aplastarla, la aplastaba mucho, como una inmensa mano que puja hacia el suelo. Empezó a tener miedo, ya que le estaba costando caminar por la presión extra del silencio obscuro. Intentó encender su linterna para espantar un poco de aquella oscuridad tan silenciosa, pero no pudo hacerlo pues la presión ya había reventado la ampolleta. El silencio obscuro ahora era también una fuente de temor. No podía pensar mucho porque el silencio era como un chillido interno capaz de desordenar todo lo que se pudiera organizar en la cabeza. Era un silencio aplastante. Y se dio cuenta que era aplastante cuando se vio de rodillas, apretando muy fuerte sus dientes y tapándose las orejas con sus manos. Quería dejar de oír ese maldito silencio, mas era imposible. El silencio acaparaba todos sus sentidos. La piel le dolía por el peso del silencio. Sus oídos parecía que iban a estallar. Sus ojos parecían salirse de sus cuencas respectivas. Su cabeza iba a estallar. No podía levantarse, estaba boca abajo en el suelo. Trató de proferir alguna palabra, cualquiera, para que actuara como un haz luminoso en aquella obscura noche silenciosa y atemorizante, que de un momento a otro se volvió además fría. No aguantaba más, sus oídos sangraban. Su cuerpo se estaba enterrando en la tierra fría, tan fría que parecía de hierro. Se estaba sepultando, se estaba inhumando viva. Ya cuando estaba un metro bajo tierra aplastada por el silencio, escuchó que alguien le dijo “Nunca vuelvas a salir sola de noche”. Ella trató de responder, pues había logrado hilvanar una frase, y cuando se aprontaba a pronunciarla… ¡Clash!
De un momento a otro todo era luz y armonía. Las aves cantaban, los perros ladraban, la gente murmuraba. Se había acabado la noche y el silencio. La palabra actuó como una luz cegadora que acabó con el silencio y la oscuridad.
La palabra cuando no da vida, mata. Silencio es una palabra.

22/1/08

Buspotting.



Lo que me gusta de la vida es que no sé qué me depara para los próximos dos minutos. Este día fue más que eso: No sabía qué/dónde/cómo estaría-haciendo en los próximos diez segundos.
Queríamos libertad y terminamos rogando seguridad en un McCafé.
Tras el volcamiento de un sedán frente a nuestros ojos, y también frente a nuestros pensamientos individuales, el Terminal de Valparaíso se convirtió en el lugar más grato del mundo, donde nuestra mayor diversión sería hacer Buspotting, o sea mirar buses ir y venir de todos y hacia todos los lugares del angosto pero largo país. Hacer Buspotting sin intención de hacerlo, sólo por esperar un bus que llegaría una hora más tarde de los esperado y que se convertiría en el artefacto de cuatro ruedas al que más amor le he pensado entregar, en vez del Santamo que no pudimos conseguir y que, de verdad, nos hubiera ahorrado todo ese mal de estar viviendo aquellos momentos, pero que por otra nos hubiera impedido poder rescatar los recuerdos que vienen a nuestras mentes cada vez que escuchamos The Story de Brandi Carlile.

Algarrobo lucía su tradicional baguada costera a los curiosos turistas que llegaban hasta ella por motivos naturales e innaturales. Comenzamos a abandonar nuestras camas a la octava hora de la mañana, con un peso en los párpados mayor al habitual, sin saber que ese peso iría creciendo como una bola de nieve durante las siguientes veinticuatro horas, sin parar hasta la octava hora del día siguiente.
Días antes ya habíamos detectado la monotonía casi rural de la costa, sobre todo para cuatro jóvenes a los que la playa misma, pura-sana y sin aditivos, no les causa placer mayor que jugar naipes y acabar un Martini Rosso. Anotada en el inconsciente colectivo la rutinaria actuación que debíamos desempeñar como “jóvenes-en-la-playa”, decidimos jugar nuestro rol de “jóvenes-ordinarios” y salir en busca de lo que nuestros contemporáneos nominarían carrete.
Fuimos plasmando nuestras huellas de Converse a lo largo de varios kilómetros de playa, recorriendo entera la laguna artificial más grande (y larga) del mundo. Sólo una rejilla en altura nos separaba de un mundo con el que jamás habíamos soñado. Inmensos edificios que tapaban el sol; tranquilidad al por mayor; veleros, yates y lanchas; televisores de infinitas pulgadas asomándose de los cubículos de placer; una pirámide de cristal en medio de la laguna interminable. Lujos y boato eran irradiados por esa ciudadela que nos hacía un guiño para habitarla, pero que a la vez con una voz implacable nos decía que eso era sólo un sueño para nosotros si seguíamos con las vidas proto-intelectuales y no-materialistas que pretendíamos llevar. Debíamos reordenar nuestras vidas si queríamos habitar esa ciudad de oro y placer. Con nuestros virtuales sueldos de profesores de historia en un colegio fiscal con nombre de submarino ruso, no podríamos ni siquiera dar el pie para pagar uno de esos departamentos en San Alfonso del Mar. De un momento a otro, esos imponentes colosos de concreto nos habían convencido de hacer tres jornadas laborales, no tener hijos hasta los cuarenta ni pareja estable hasta los treinta, además de ahorrar peso por peso sin siquiera gastar para pagarle un asilo a nuestras propias madres. Ya habíamos reacomodado nuestras vidas. No nos interesaba el amor romántico que teníamos hacia lo que estudiaríamos, el único objetivo en nuestras vidas, ahora, era juntar los 160 millones que nos permitirían alcanzar la inalcanzable felicidad.
¡Beep-beep! Miré al piso y ya no era arena, sino asfalto lo que pisaba. ¡Beep-beep! Miré mis piernas y ya no caminaban tranquilamente, sino que corrían en busca de un lugar seguro. ¡Beep-beep! Miré a mi alrededor y ya no estaban los ultralujosos edificios que un momento atrás habían roto nuestros ideales. ¡Beep-beep! De un momento a otro, nos convertimos en la imagen que siempre tuve de las crónicas rojas de verano de los periódicos: Cuatro imprudentes jóvenes mueren arrollados por un camión en la autopista. Nos vimos corriendo por la autopista, esquivando los autos y buscando un lugar seguro: el vacío a nuestra derecha, que nos preparaba una muerte lenta a causa del ahogo; y, por otra parte, a nuestra izquierda, la carretera con armatostes de hierro y plástico volando a más de 100 Km/h y que en su frontis nos ofrecían una muerte rápida a causa del desangramiento que nos provocaría su atropello.
Nada de muertes hubo esa noche. Tampoco hubo diversión de algún tipo. Sí hubo planificación, planificación de un memorable día de trasnoche en la consumista ciudad de Viña del Mar.
Buscaríamos libertad. Seguridad teníamos, pero mucha seguridad hace ansiar la libertad.

6/1/08

The War.


Ka-Boom! Explota todo de uno en uno de dos en dos de tres en tres.
De arriba abajo todo se sacude involuntariamente. Tratando de mantener el orden no se puede disfrutar de las explosiones, decisiones, apariciones, dedicaciones, maldiciones.
Boom!... Plash! Tiro en vano al agua va. El agua en blanco no sirve en tanto es blanco, pero sí en tanto es blanqueador. De todo en todo de nada en nada. De cuatro en cuatro.
Bang! Sin bombas, pero con Balas. Un jícaro azul nos guía por el campo de batalla. Bola ocho el pelotón no resiste de vez en cuando. De cinco en cinco. Los tres avanzan en dobles y los dos avanzan de a tres. En el rincón los esperan durmiendo los charlies, pero no saben usar el fuego. Sorprendidos quedan gritando Guaaaa! De tres en dos de dos en tres. De cuatro en cuatro.
De tres en dos avanzan dos y de tres en cuatro tres se quedan y dos avanzan. Uno se queda y soy yo, defiendo. Todos lloran. Son niños con armas sin alma. Así los hizo el ajedrecista y ya está todo dicho, al menos todo dicho en cuanto a sus vidas. Yo me quedo no por cobarde no por miedo sino por anti-sistémico.

1/1/08

El Crónico Último Día.


Desde que mi memoria comenzó a grabar imágenes, las del día de año nuevo son similares. Me despierta un palmetazo del Sol, de ese Sol de la una y media de la tarde. Me levanto como un zombie, separando el denso aire para poder ir al baño a darme una ducha que me devuelve a mi estado normal de “persona con calor”. Almuerzo con mi hermano a alrededor de las cuatro, esperando la caótica estampida de labores que mi familia se alista a realizar. Tras el almuerzo debemos refugiarnos en nuestras respectivas trincheras para evitar ser arrollados por la manada de mujeres aceleradas, preparando todo para la única noche en que nada debe salir mal, y lo tienen que hacer rápido pues el año ya se les va de las manos como si fuera un puñado de aire.
Con mi tío y mi hermano, siempre hemos salido desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche el día de año nuevo ¿La razón? Evitar el caótico, caluroso, denso, tenso, alterado, acelerado, dramático, y en general femenino ambiente que rodea la llegada del nuevo año nuevo que llega.
Vamos a caminar, durante todo ese lapso, por el centro santiaguino, donde logramos visualizar la esperanza en los rostros de la gente a los pies del coloso que cobra vida sólo en año nuevo: La Torre ENTEL. La gente con su comida, sus globos, sus cornetas, sus ilusiones, sus esperanzas, sus malos ratos y la típica frase “al fin se va este año”.
Había un cheloveco totalmente ebrio, cantando plegarias a algún dios y en contra de su familia que botado lo dejó. Hice la pregunta retórica a mi hermano de que cómo no pudo esperar un par de horas para embriagarse a destajo en su casa. Mi hermano exclamó “¡Claro, se pierde lo mejor!”.
Una señorita me dijo “¿Subes?”. No entendí primero, luego sí, y me pregunté quién podría aceptar esa invitación a “subir” a vísperas de año nuevo. Alguien que pasa la noche de año nuevo con una puta debe ser alguien sin el sentido de “lo mejor” que me decía mi hermano, alguien sin ese “lo mejor” esperándolo en casa. La cena de año nuevo debe ser la cena más esperada del año, por lo que alguien que la deseche así como así en la entrepiernas de una puta al lado de La Piojera es porque simplemente quiere olvidarse de esa cena.
El día de año nuevo es como un ritual. La gente despide el año esperando que las deidades manden (siempre) uno mejor, para lo que le ofrecen creencias en supersticiones baratas, además de fuegos de artificio.
Los fuegos de artificio son los que de mejor forma representan todo el sentimiento y la mística del día de año nuevo: Cartuchos que lo único que hacen es ascender y explotar, una y otra vez, año tras año, pero cada año sorprenden más que el anterior, recordándonos que esto pasó el año anterior y que volverá a suceder el año próximo.