3/4/08

"Carta a Tolstoi" o "Cuando la Realidad es Ficción".


Estimado Sr. Tolstoi:


Me presento ante usted, aunque pareciera estar demás aquello, pues ha demostrado al mundo saber más de mi vida que yo misma. Soy Anna Karenina, o más bien un pálido reflejo de su impulsiva y adúltera creación literaria.
¡Maldigo su novela! Dejó mi imagen por el suelo sucio. Nadie me cree que mi vida no sea la que no trazó su pluma, partiendo por mi ex esposo Alejo Alejandrovitch, el cual me dejó al leer mis supuestas aventuras y pensamientos con Wronsky.
¡Maldigo su novela! Por dejarme sola en el mundo: El tal Wronsky no existe y mi hijo ha sido arrebatado de mi lado por mi supuesta conducta inmoral. ¡No sabe usted el daño que me ha hecho!
No se puede, ni yo ni usted, hacer algo ya para remediar todo este conflicto. Pues entenderá que la realidad no es más que lo que las personas quieren creer o lo que otros quieren que crean. Nada es real, más allá de cómo es presentado. Mi vida, yo sé que no es como usted como usted mal la presentó en su obra, sino todo lo contrario: jamás engañé a mi esposo, nunca existió un tal Wronsky y menos pensé en suicidarme por amor (Considere usted que estoy viva escribiéndole esta carta).
No acuso su mala voluntad, pues entiendo que lo suyo debería ser entendido como una ficción, mas la gente no comprende más allá de cómo quiere comprender la realidad, haciéndola más lógica y casuística ¡La gente cree que no existen casualidades, situaciones extraordinarias, incoherencias, excepciones o confusiones! Sólo creen en las presunciones, los supuestos, las situaciones causa-efecto, las correlaciones lógicas y las coherencias. Pero la vida no es sólo eso: hay también malos entendidos, como el que tengo con su novela.
Señor Tolstoi, no pretendo reprocharle ni exigirle alguna actitud para conmigo, sino darle a conocer la angustiante situación real de su personaje, y la vida que usted me obligó a llevar. Vida a la cual ya me acostumbré, en parte gracias a su novela.
Pienso que estoy pagando, no por mis errores, sino por los de mi alter ego.
La realidad no existe, o mejor dicho, la realidad no importa mientras se presente algo más verosímil a la veracidad que ella.

Se despide, su creación, Anna Karenina.

P. S: Su obra ha propulsado fuertemente en mí la idea del suicidio, pero tenga seguro de que si por ello optare, no lo haría tirándome de forma patética a las líneas del tren.

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