8/5/07

Acalladas las Voces Femeninas (Claramente siglo XX, no XXI).


A partir de María Luisa Bombal se produce un quiebre (literario) en la forma de ver a la mujer. No significa que desde este momento adquieran su silenciada “voz”, sino que simplemente se toma consciencia de su silencio. De cierto modo, si se quiere “Gatopardesco”, cambió toda una perspectiva y temáticas literarias, pero socialmente la problemática femenina siguió estable.
Ahora bien, planteado el punto de la preconización del silencio femenino, es plausible describir la forma en la que, metafóricamente, es esta temática presentada por María Luisa Bombal en su novela “La Amortajada”.
Básicamente del título de la obra, en relación con el argumento, se pueden extractar ciertas ideas simbólicas que hacen referencia al coartado espacio socio-cultural en el que la mujer (género femenino) podía desenvolverse.
Una mortaja es un vestido con el cual se envuelve el cadáver para el sepulcro (como el interminable tejido con que Amaranta Buendía sellaba su destino, en una obra de Márquez a la que le debo un texto en solitario). La amortajada (mujer que viste una mortaja) es un símbolo de la incapacidad femenina de actuar con libertad. La mujer estaba realmente “muerta” en esa sociedad. La mujer estaba cohibida por esa sociedad, la que le otorga un radio de acción muy acotado (en ámbitos públicos, políticos, laborales, culturales, consuetudinarios…).
El proceso de muerte en que se encuentra esta amortajada, representa la incapacidad que tiene de moverse. Empero, la muerte en sí se muestra como una liberación de toda esta inhibición machista.
Sin embargo, María Luisa Bombal deja entrever que la mujer siempre estuvo capacitada para sacudir el yugo cultural que la oprimía:


“En la oscuridad de la cripta tuvo la impresión de que podía al fin moverse. Y hubiera podido, en efecto, empujar la tapa del ataúd, levantarse y volver derecha y fría, por los caminos, hasta el umbral de su casa”.
(La Amortajada).

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