2/7/07

La Revolución Rusa.




En plena Revolución Rusa puedo dejar de creer… nunca en las ideas, pues es difícil que ellas te traicionen, menos cuando les estás dando cuerpo. Puedo dejar de creer en aquellas “ideas con cuerpo”, por mencionarlas de alguna forma. Me refiero a las inspiraciones. Ellas son como la palabra: Si no dan Vida, Matan. En este caso dieron vida al intentar matar. La vida se obtiene al alcanzar la Libertad… ya saben cómo.
Me aburrí de jugar. Un saludo – Hola –, un Juego y la despedida – Chau –.
“¿Juegas?”, me dice. “¿Juegas otra vez?”. Ya le he dicho tres veces que sí a esa pregunta. “No”, le digo, y es como si me sintiera más liviano, como si me parara en un taburete más alto que el que tenía bajo mis pies. “No, no juego más”. Y me siento Loser, pero al menos un Loser libre. Sacudir el yugo es posible incluso en plena Revolución Rusa.
No jugué porque usaste mi cabeza como un revólver. Tenía la ilusión de la Libertad, pero siempre estuvo ahí la Esperanza como fiel guardiana. Esperé a que se durmiera y salí, y más allá me esperaba el tren de la Demencia. No me subí. No sé por qué no me subí. Debe haber sido por el frío, la nieve o quizás por la misma Revolución Rusa.
“¿Jugás ahora?”, me gritó desde su habitación. Me doy media vuelta, asiento con la cabeza y corro hacia ella. Nos sentamos en la mesa. Me saco la cabeza y le disparo. En Revolución Rusa, sólo yo puedo ocupar mi cabeza como revolver.
“¡Otra vez!” le dije. “No, ya no quiero jugar contigo… ¡Habíamos quedado en que los grandes no juegan poh!”. Eso creí yo, pero en fin: Estamos en plena Revolución Rusa.

2 comentarios:

El Cheloveco dijo...

"La Ausencia de lo que no soy, afirma lo que soy".

El Cheloveco dijo...

"Los Problemas tienen oídos sordos ante nuestras quejas, pero tienen ojos atentos ante nuestros actos".