12/12/06

"El Amor a lo Absurdamente Imposible".


El día de Hoy encontréme inspirado por el estro griego y de forma humilde presento a disposición pública mi creación prosa-lírica de carácter trágico, que es auspiciada por el favorable cielo que en Santiago se ubicó enfrente mío hoy. Gracias a las nubes y espero os agrade:


"Estaba ella sentada en la colina del monte a los pies del Olimpo, y yo nada más la contemplaba con esa mirada incierta que ni los titanes pueden evitar odiar. Pasaron unos cuantos días cuando por fin reaccioné y evadí aquella vorágine de sentimientos que suelen rodearme cuando pienso en ella mientras la observo. Mi único anhelo es oírla cantar, pero no cualquier canto, sino aquel que me dedicó en el bosque mientras las arpas de Artemisa y sus ninfas se veían interrumpidas con la excelsa voz que distraía a lobos y aves, arbustos y colinas. ¡Canta, oh musa! Aquella cantata que me dedicaste anónimamente. Esa dedicación que implícita fue respecto de todos los que allí estaban…

Te miré y no me miraste,
Te observé y no me miraste,
Te contemplé y no me miraste.
No esperaba algo más de una mujer
Que como tú, ojos no debe tener
Para este pobre mortal que no anhela más
Que un poco de significancia robarte.
No soy el rey Alkinoo, pero a mi parecer
Nadie más en todo el orden debe de esta forma amarte.
Sólo una mirada me satisface.
Cada mañana te contemplo con el fin de una mirada arrebatarte.
Sin embargo, sigo aquí esperando…

Daría todo por sólo una mirada tuya, que me asfixie de tal forma que ni el soplo de Eolo pueda reanimarme. Una mirada con la que Libitina en Roma no se atrevería a llevarme. Te pido un poco de misericordia, que no me imagino pagando con Hades una muerte eterna, sin que en vida haya recibido aquel don que me significaría tu mirada. Sólo una mirada pido y un canto es mi deseo. Si la mirada se cumpliera, mi afán de hombre me llevaría a querer poseer tu canto. Ese canto que tanto imploro, sabiendo que jamás obtendré, ni siquiera aunque de frente te lo pida, me hace feliz cada día.

Cada noche, Hipnos me hace aparecer ante mí tu persona, que para mi ya no es persona, sino que un ser más supremo que Zeus; más bello que Apolo; más sabio que Atenea. En los sueños te imagino, no te recuerdo, ya que la noción que de ti aun me queda, no quiero usarla por temor de gastarla. Se que una mirada tuya sería un don, pero no sería favorable para la salud mía, pues según pienso en mis instantes de lucidez, esta no haría más que sumergirme nuevamente en aquel ciclón interminable de deseo y temor, de amor y obsesión.

¡Ya no aguanto más! No he comido ni dormido ya hace días. Todo lo mío se desvanece hacia tu imagen, que cada amanecer intento recuperar y mantener con todas mis energías. Dicen que mi brillantez ha desaparecido desde aquella cita que tuve con Laurea, la de ojos perfectos, sin saber el por qué… Pero yo si lo sé y es por ti. Nada es de mí desde que en ti me parasité y no pienso jamás salir de este falso mundo real en el que he vivido por meses. Sin embargo, no me creo capaz de seguir así viviendo. Sin una mirada tuya mi vida es un absurdo. Llevo meses sin oír ese cántico, más que en mi mente y siento que cada día es más débil, por lo que cuando se quede sin fuerza alguna mis oídos no podrán soportar ese potente silencio que destruirá mi cabeza sin otro destino que el del Orco. Siendo así,
prefiero caer dignamente, tal como lo hizo el Peleida, pero no en batalla, sino que en ambrosía… tocarte y luego morir sería un intercambio muy conveniente para mí."

No hay comentarios: