16/11/07

Waiting...


“Mientras más te demoras en llegar a una cita, más larga se hace la lista de defectos de tu persona”. (Salvador Dalí).

¡Rayos! Bien, voy atrasado, nuevamente. Me dijo al mediodía en el Café Literario… y son las doce cinco. ¡Maldita sea! Me tuvo que esperar cinco minutos, y yo sé lo desagradable que es esperar a otra persona. Me va a odiar, lo sé, lo sé y me lo merezco ¿A quién le gusta esperar? Esperar a otro es, simplemente, la peor forma de perder el tiempo, porque en ese lapso no estás sólo esperando, sino que mientras estás solo haciendo nada, no te queda nada más que maldecir, insultar y matar mentalmente al inconsciente atrasado. Sacamos a relucir todo lo malo de ese malnacido (porque en ese momento deja de ser tu amigo, tu conocido, tu familiar… ¡Deja incluso de ser persona!). Y no sólo eso, cuando esperamos, la imagen que proyectamos es demasiado humillante: Sentados, mirando al horizonte, haciendo nada y pensando en todo. Uno piensa realmente las estupideces más estúpidas cuando está esperando. Sin embargo, pensamos sólo en nosotros mismos, en nuestra pobre persona que ha sido humillada en un lugar público. Pero ese pobre ser, egoísta, en que se convierte el que espera, no piensa de ninguna forma en la gente como yo, la persona que va atrasada. Y nadie va a atrasado porque quiere, siempre hay excusas, lo malo es que las excusas son inútiles en estos casos, y más aun tienden a agravar el problema. Porque esto de ir atrasado, a la larga se convierte en un problema a solucionar.
¡Uff! Llegué siete minutos tarde, ojalá que no esté esperando hace rato. La busco, no la encuentro. Que bueno, debe haberse atrasado también. La espero… Voy a verla si está adentro… quizás está en el baño… ¡Ah! Debe haber entendido a las doce y cuarto. La espero. ¿No creerá que es en la biblioteca de Santiago? No, le dije muy claro “en el Café”. Son las doce y cuarto, la espero. Igual, siempre se atrasa, quizás le pasó algo. Las doce dieciséis. ¿¡Por qué siempre se atrasa!? Eso es lo malo que tiene a veces. No importa, un amigo siempre espera a otro hasta que llegue. Doce dieciséis aún. Creía que era yo el atrasado y me apuré ¿Para qué?... Bueno, ya va a llegar: La espero. Doce veinte y no llega… Espera ¡Ahí viene!... Ah no, no era, pero se parecía mucho. ¡Por qué no llega! Es desagradable, sólo a ella le gusta que la esperen, pero llego tarde y no me habla en varios días. Doce y media ¿Se habrá equivocado de lugar? ¡Maldita sea! Me voy a tomar un Mokaccino mejor.

Voy en el cuarto Mokaccino, en el sexto cigarro y son las dos cuarenta de la tarde: Creo que ya he esperado mucho. He esperado casi tres horas a alguien que creí mi mejor amigo, pero que me doy cuenta que no es más que una mala persona, una cruel, inconsciente y vil despiadada persona… ¿Persona digo? ¡Es un monstruo! Me hizo esperar tres horas, después de lo bueno que fui… ¿¡Qué le costaba llamarme que no vendría!? Lo peor de esperar, es que de hecho tenemos la esperanza de que la persona llegará. Si nos avisa que no vendrá ¡Bien! Nos hacemos los ánimos para eso. Pero cuando el hombre se enfrenta a lo incierto cosas inesperadas ocurren en nuestra interioridad. ¿En qué momento pensé que esta tipa podía ser mi amiga? Me humilló, me abandonó, me plantó.

Esperar es como tener esperanza de algo. Nos ilusionamos y nos preparamos para una respuesta incierta. Con la esperanza no tenemos nada seguro, nada, excepto la certeza de que la respuesta no la tendremos pronto. La esperanza nos hace aplazar nuestra felicidad para después. La esperanza nos quita la libertad de elegir otra opción mientras no sepamos el resultado de la primera. La esperanza nos hace sufrir con agrado torturas, ya que suponemos son para un bien superior. La esperanza es sufrimiento, esperar es tener esperanza.

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