12/11/07

La vi Desnuda y me Enamoré.


Nunca la había visto desnuda. La vi pálida y desnuda. Desnuda se mostraba ante mí, y la amé por un instante. Siempre la veía con su vestidito blanco con puntitos negros, o con su maquillaje grisáceo. Esta tarde fue distinto: Estaba desnuda, una que otra parte de su cabeza estaba cubierta de nieve, pero estaba desnuda al fin. Me guiñaba libidinosamente, mas la micro ya doblaba para darle la espalda (debo reconocer que me giré hasta que me fue imposible seguir contemplándola). Nunca la había visto así, desnuda, bella, sin maquillaje. Años mirándola al amanecer, mirándola a los ojos, despertándome con ella, siempre con su típico vestidito. Me gustaba mucho así, pero desnuda fue una experiencia cataclísmica para mis sentidos. ¡Cuántas veces la habré tenido así, desnuda, desnuda sólo para mí! Primera vez que la veo, o más bien que me doy cuenta de que está desnuda. No sé qué habrá sido: La carga emocional del día o la descarga mental del año. Fuera cualquier cosa, la vi desnuda, y me gustó demasiado ¿Ya dije que la amé por un momento? Me enamoré de ella, la siempre gélida, frívola y esquiva. La soberbia e imponente paliducha me flechó como nunca lo hizo nada ni nadie. Nunca pensé que de ella podía enamorarme, era tan cotidiana que ya era como de mi familia. Me enamoré. No creo que me distinga entre tantos enamorados que tiene, pero el saber que está soltera me da la maldita esperanza. Quizás le invite un café. Hasta entonces seguiré amándola tras las sombras, o tras las multitudes. Me enamoré porque la vi desnuda. Me enamoré porque la vi sin nieve, porque la vi sin smog.

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