7/3/07

Tarea de Castellano.


Esta es una tarea de castellano:


¿Quién soy yo? Muchas mañanas me he preguntado aquello, y sin obtener mayores conclusiones, esa cuestión resurge cada cierto tiempo. De tanto ensimismarme y escudriñar acerca de eso, la interrogante se me vuelve cada vez más abominable. Prescindo de las descripciones ajenas para responderla, y de forma intransigente, vuelvo a preguntarme ¿Quién soy yo? ¿Si no me hubiera llamado Nicolás Ried, sería el mismo yo?

Al final del día, intento conciliar todas las respuestas que he obtenido. Todas ellas se condensan en una: Yo soy el mismo que está en el espejo todas las mañanas. A pesar de que de él sé sólo lo insustancial, considero que su vida puede representar plenamente lo que es la mía.

De él sé que nació en la tierra “que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida”, el mismo día en que el ejército estadounidense invadía Panamá con el fin de censurar un gobierno de facto. Eso es algo de lo poco que de él sé, aunque además sé que nunca pretendió ser igual a otros. Desordenando la cronología de la narración de su vida, puedo mencionar que ya en el día de hoy es un estudiante joven, un joven estudiante con sueños, sueños que son grandes, dignos de aquel que dio el nombre a la institución donde estudia, aunque sin tintes de arrogancia. Estos sueños se los han inculcado verdaderos modelos de virtud, que lo han inhabilitado para ser un disoluto desde pequeño. El cumplimiento de esos sueños, los avisto claros para él, ya que la adversidad le ha sido un obstáculo no muy difícil de deponer, y no lo ha logrado cohibir, incluso lo han impulsado a seguir la carrera de la vida enfocada a la simple búsqueda de conocimiento… Y al final, me doy cuenta que el del espejo es “él más sus circunstancias”, y a menos que lo vea pestañearme alguna vez con sus dos ojos, voy a seguir dando por hecho que él es yo y yo soy él.

2 comentarios:

Alejandro O. León dijo...

Te felicito, tu texto está muy bien redactado. Además, tu motor de vida, o el motor de vida de tu reflejo, es el más bello de todos: el conocimiento. Él hace que todo lo demás parezca vano una vez, y a la siguiente vez importante, nos lleva por muchos caminos, legitimiza lo que nos parece más irracional y le da sentido a las pequeñas cosas, todo lo hace porque con él nos desarrollamos verdaderamente. Y aprendemos a ver, sentir, amar… a hacer todo eso, pero hacerlo bien.

Molly dijo...

Quizás puedas enseñar a soñar...