6/11/07

Juventud, Cultura y Poder.


De por qué los poderosos no quieren acercar la cultura a la juventud.


No sé, todo se me fue a negro.

Está despertando, como todas las mañanas, con su ringtone de Pure Morning de Placebo (banda que legó de su último novio). Aún no ha abierto los ojos, pero ya se siente incómoda: Le duele la boca del estómago, algo de costumbre para ser sábado en la mañana, porque al ser sábado en la mañana hay un indicio de que anoche fue viernes por la noche, lo que implica muchas cosas. ¡Toc-Toc! Siente que golpean a la puerta, aún no abre los ojos y no pretende abrirlos, en parte por vergüenza a que le sientan el olor a… olor a… olor a viernes por la noche (eso engloba los olores con los que se carga un sábado por la mañana). ¡Toc-Toc!... Click. Giran la perillla, abren la puerta, no abre sus ojos, siente que la observan, no abre sus ojos… salen de la habitación, cierran la puerta, ya nadie la observa, sabe que está sola en ese cuarto caluroso y poco ventilado. Lame su paladar: Sabe feo, pero un feo ya conocido. Abre los ojos, está mirando el techo. Es un techo con espejos. El techo de su pieza es blanco. Mira a las murallas que la rodean: Frente a ella, una serie de repeticiones del rostro de Mick Jagger sonriendo y en distintos contrastes de color (Pop Art) y sobre esas imágenes un escrito que dice “I Can´t Get No Satisfaction”. Mira hacia las demás murallas y encuentra con su vista dos estantes, uno a su izquierda y el otro a su derecha, todo dentro de una habitación no más grande que el baño de una disco. El estante de su derecha está repleto de libros. El estante de su izquierda está más repleto que el anterior, pero de discos de vinilo. Se mira al techo y se ve envuelta por una sábana blanca que se fusiona con su lívida piel, haciéndola parecer una virgen, imagen que se auto-borra de inmediato de la mente. Se vuelve a mirar en los espejos del techo, y se gusta, se encuentra tal como siempre quiso que los chicos la imaginaran: Con su cabello negro desordenado, sin anteojos, pálida como nunca y con los labios muy rojos. Se gustó mucho. Está tratando de recordar la noche, pero no pudo. De hecho no recuerda si pasó algo de lo que pretendía esa noche. Al parecer, no pasó nada, porque se sentía como si no hubiera tenido sexo la noche anterior. Está excitada, un poco. Está desnuda, en una cama que no es la suya, y peor aún, no sabe de quién es. Mira a su derecha, al estante de libros, y se fija en una vela larga. Se levanta y va por la vela. Se vuelve a acostar. Está empezando a masturbarse.

¡Bang! Sonó el disparo. El baño solía ser blanco, más bien solía no estar bañado en sangre. Después volverá al baño. Se dirige a su sala de música. Enchufa el tocadiscos. Busca su favorito: El ininterrumpido de Woodstock. No lo encuentra: Está en su pieza. Se dirige a su habitación, acariciando su bigote.

Está masturbándose en una pieza extraña, con una vela que no es suya, un poco ebria aún y con un calor de los mil demonios… ¡pero rayos qué placer se siente! Está comenzando a gemir, pues su excitación ya no es tan exigua como al comienzo. Está pensando en él. ¡Click! Abren la puerta de golpe. Tiene los ojos cerrados y no pretende abrirlos, esta vez por pudor: Nunca se había mostrado desnuda mientras se frotaba sus partes frente a un desconocido. Es un hombre pálido, de nariz puntiaguda, facciones finas, esbelto, delgado, vestido de negro, con guantes de cuero negro, una Remington gris de 9 mm. en la mano izquierda y con un caminar muy particular y acelerado a través de (al parecer) su pieza. Fue directamente al estante de los discos, sacó uno del montón y se fue rápidamente de la pieza dando un portazo que silenció toda la excitación existente en esa habitación. Click. El hombre vuelve a entrar a la pieza. No te preocupes, no vi nada dijo y se fue. Con la vela en la mano (ya no en su entrepierna), ella está sintiendo pudor. Deja la vela y empieza a buscar su ropa. Se baja de la cama. Ya no está excitada. Ve bajo la cama y hay un tocadiscos y su ropa. Se pone la polera blanca estampada con tres stencils secuenciales de la Virgen María. Se pone sus pantalones negros. Quiere fumar. Busca su bolso, pero no está. Quiere fumar. Pensó en volver a masturbarse, ya que no había terminado antes, pero no se atrevió. Se sentó en la cama y es allí, y sólo allí cuando por primera vez se hace una pregunta rayana a lo filosófico ¿Dónde estoy? Nunca le había importado eso, hasta ahora. Empezó a preguntarse por quién podía ser el tipo que entró, se percató que además entró con un arma, por lo que podía ser peligroso ¿Por qué me trajo a su casa? Justo en este momento comienza a sonar muy fuerte una música que le recuerda a los hippies. Le molesta esa música. Se dirige al estante de los discos. Busca algo de Joy Division, Placebo, Morrisey, The Smiths, Garbage, Radiohead, Björk, Pulp, Blur o algo por el estilo. Pero nada. Había otro tipo de música. Títulos que le parecían fomes, con palabras como “Obertura”, “Menor bemol”, “Número”, “Orquesta”… en fin, todo indicaba que esos casi mil vinilos estaban conformados sólo por música clásica. Por último puso algo que conocía, para evitar la bulla de afuera y pasar el rato antes de salir de la habitación esperando que el hombre volviera a entrar. Toma el que dice Beethoven. Ahora se dirige al estante de los libros.


***************


Ya han pasado casi once meses. La chica recibe cada mañana una porción de alimento necesaria para todo el día y una tinaja llena de agua para su aseo personal. Ha resistido once meses. La puerta no se ha abierto más que para entrar las cosas en la mañana.


La chica ha leído más de cuatrocientos libros de casi todos los temas y ha escuchado desde la Tocata y Fuga de Bach, pasando por el Adagio de Albinoni, El Mesías de Händel, Las Cuatro estaciones de Vivaldi, todas las Sinfonías y Sonatas de Beethoven, Los Himnos de Haydn, todo lo imaginable de Mozart, y desde ahí pasando por Bizet, Schubert, Chopin, Dvorak, Liszt, Mendelssohn, Puccini, Korsakov, Rossini, Strauss (padre e hijo), Tchaikovsky, Verdi, Wagner, Orff, Debussy, de Falla y Ravel hasta Stravinski. Todo esto como producto del ocio.

El hombre pensó que ya era hora. Tomó su Remington, la cargó, se puso los guantes y se dirigió a la habitación de la chica. Antes se preocupó de poner en su tocadiscos el The Queen is Dead de The Smiths, para hacerle recordar a la chica su vida de hace once meses, esa vida feliz y tranquila.

Click, la puerta se estaba abriendo. La chica le clava una vela larga en la cuenca ocular derecha al individuo que está entrando. Se la enterró lo suficiente como para que el individuo soltara su arma. La chica cogió el arma, le apuntó a la cabeza al desconocido y con The Smiths de fondo le encajó un disparo en el ojo izquierdo. La chica toma el cuerpo inerme del tipo de negro y se dirige al primer piso. Ve una habitación abierta, muy brillante y blanca, donde se dirige con el cuerpo. Parece ser un baño, lleno de sangre por todos lados y un cadáver esquelético que debe estar hace meses en ese lugar. Deja el cadáver del tipo sobre el otro muerto.

Al fin la chica es libre, pero no pretende irse de esa casa. Ahora ella es la reina de ese templo. Se dirigió al tocadiscos, sacó a The Smiths y puso a Beethoven.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es dificil especificar que sensación me dejó cuando terminé de leerlo, pero es como una casa de locos. El chico tenia problemas y mató a alguien de su familia.
Pero la chica como que al final termina volviendose loca también.

pd:
disculpa mi analisis, es solo que me hubiese gustado grabar mi comentario en una grabadora que dejartelo, pero no pude, no puedo evitar analizar todo y buscarle un por qué.
pero aun asi tu historia tiene algo que engancha, quizás sea el hecho de que se nota que sabes de música o que la historia se desenvuelve de una manera inesperada, el final es confuso de ja como con gusto a poco, quizás podrias explicar o alargar un poco más el final.
no por mi comentario claro, ( si no antes de que lo publiques).

ahh y bueno tengo que hacer un discurso en pocos dias y me preguntaba si podrias aconsejarme algo, lo que sucede es que tengo que decir cosas favorables acerca de mi liceo, y no las encuentro.
Digo, ¿ qué pasa cuando debemos escribir acerca de algo que no nos agrada?, ¿es aceptable una mentira solo para dejar a las instituciones felices?

sólo eso
hasta luego
que estés bien

El Cheloveco dijo...

Bueno, pretendo atacar algo menos somero con la historia... algo que evidencíé con la última Feria Chilena del Libro de Santiago (Puaj!).

Si quieres ayuda en algo sr. Anónimo, déjame tu correo y te añado a MSN. Chau.

Anónimo dijo...

una polera blanca con tres stenciles de la virgen maria, me parece conocido, no se donde lo he visto, conoces a alguien que la ocupa?

El Cheloveco dijo...

Puede ser. Se me vino a la mente como un ícono que formé de la juventud iconoclasta. Puede ser que conozca a alguien que la use... ¿Qué crees tú?